22 abr 2009

Islandia: géiseres, bacalao, auroras boreales, cerveza sin alcohol y cristales rotos (II)

Nuevamente pongo un post sobre Islandia. A la espera de hacer un análisis detallado de la crisis económica que estalló en esa isla a finales del año 2008. Tengo unos días ocupadísimos preparando los exámenes finales para mis estudiantes aquí en Lituania. Sin embargo, procuro mantener el blog updated porque, de alguna manera, me ayuda a reflexionar un poco sobre el entorno que me rodea. Es una especie de confesor que está ahí enfrente mío. Esperando a escuchar lo que le tenga que decir. Algunos amigos que siguen el blog me comentan que debería incluir datos de carácter demográfico y estadístico. Creen que si incorporo información de este tipo mi blog podría resultar de mayor utilidad. Probablemente tengan razón. Sin embargo este es un blog personal. Que se basa en experiencias personales. En intuiciones. En ideas que me vienen mientras lo escribo siempre acompañado, como lo estoy ahora, de una sabrosa y poderosa cerveza lituana. La mejor cerveza del mundo.

Y hablando de cerveza debo decir que en Islandia, que es un país luterano, la cerveza estuvo prohibida hasta el año 1986. Y bueno, tras el levantamiento de la prohición la verdad es que no mejoraron muchos las cosas pues la cerveza en Islandia no puede tener una graduación superior a 2.25 grados. Sólo en las licorerías y en bares autorizados se puede vender cerveza de superior graduación. La marca más popular en la isla es la cerveza Víking, como no podía ser menos, y está elaborada en Akureyri. Si se quiere comprar cerveza de mayor graduación se debe ir a las licorerías que cierran a las 4 de la tarde. Los supermercados cierran a las 6 de la tarde pero sólo pueden vender cerveza de hasta 2.25 grados de alcohol . O sea que en Islandia los beodos, entre los que me incluyo, lo tenemos difícil. Los pobres estudiantes lituanos que me acompañaban, junto a dos estudiantes finlandesas, lo tenían bien claro. Antes de las seis de la tarde corrían hacia el supermercado más cercano, que invariablemente pertenecía a la cadena Bonus. Y allí acaparaban con todo lo que podían. La cadena de supermercados BONUS, con un inconfundible cerdito rosado y guasón de logotipo, constituye el mayor negocio de distribución del país. Según me contó el profesor de la Universidad de Akureyri que participaba en el encuentro, esa cadena ocupa una posición casi monopolística en el mercado de la distribución. Vendría a ser una especie de MAXIMA islandés. MAXIMA, recordémoslo aquí, es la mayor cadena de distribución en Lituania y ocupa una posición prominente también es Letonia y Estonia y continúa expandiéndose por otros países del Este. Y recientemente se ha hecho con los derechos de explotación de la nueva central atómica que se está construyendo en Ignalina. No muy lejos de Kaunas.

Y vuelvo a la cerveza y al luteranismo que es la religión oficial de Islandia, donde la Iglesia no está separada del Estado. No es que tenga ningún tipo de prejuicio contra el luteranismo. Pero pienso que en los países de cultura luterana se persiguen los vicios sencillos como fumar, beber o bailar en la calle. Y se fomentan, cuando no se convierten en virtud, los vicios sociales más abyectos como la usura, la especulación, el nepotismo , el turismo sexual en Thailandia y la corrupción de quienes ocupan cargos públicos. No quiero decir con ello que en los países de influencia católica no se haga lo mismo. Pero al menos, en general, creo que el catolicismo es actualmente más tolerante en cuanto a los vicios privados de la gente. Y si lo pensamos bien toda la campaña contra el tabaco, el alcohol y la diversión ha sido promovida desde países dominados por el luteranismo, el calvinismo y otras doctrinas religiosas que responden mejor a las exigencias del libre mercado. Pongo en este post una foto de una lata de cerveza
Viking. La de color dorado, en primer plano, la compré en una licorería. Tenía 4,5 grados de alcohol y no sabía a nada. La que está al fondo, de color azul, supongo que la compraría en el supermercado Bonus próximo al hotel donde nos alojábamos.Era la cerveza estándar. Te la encontrabas por todos lados. El precio de una de esas latas era de unas 180 coronas (poco más de un euro según el cambio de entonces) si se adquiría en el supermercado. En un bar o restaurante llegaba a costar entre 500 y 800 coronas. Una cerveza sin sabor, sin alcohol, sin olor...en fin, una mierda. No sé quién pintó a los vikingos bebiendo cerveza en un cuerno de vaca o de carnero. Tal vez fuera así en los tiempos del terrible Eirik el Rojo. Y también en los dibujos animados de Vicky el vinkingo. Su padre se llamaba Olaf si mal no recuerdo. Y siempre andaba bebiendo cerveza y dándole mamporros a todo el mundo. Vicky no bebía porque era muy niño todavía. O porque quizás era luterano. No sé.

20 abr 2009

Islandia: géiseres, bacalao, auroras boreales, cerveza sin alcohol y cristales rotos (I)

Recién llegado de Islandia. Todavía tengo ante mis ojos el fantástico paisaje que ofrece esa isla. Un paisaje dominado por inmensas montañas de hielos perpetuos, por el mar que aparece y desaparece por entre sus fiordos, y por el fuego de sus volcanes. Un fuego de dioses antiguos. La isla se encuentra entre la placas tectónicas de los continentes americano y euroasiático. Reykjavík está situada en la costa occidental de la isla. Pertenece al continente americano. Se puede decir que he estado en América. Sin dejar de estar en Europa. Islandia me ha dejado impresionado. En un país fascinante. Ya he hecho mención al paisaje. Pero no menos extraordinaria es la propia historia de esta república que fue colonizada por vikingos noruegos y dominada por el reino de Dinamarca hasta el año 1944.

Tuve la fortuna de participar como profesor de márketing en curso financiado por el Nordic Council dirigido a estudiantes universitarios de turismo. En total nos reunimos seis profesores y un puñado de estudiantes de cinco países nórdicos. Yo fui enviado al curso por una institución educativa de reconocido prestigio en Lituania. Lo más interesante de la experiencia, como cabía de esperar, no fue el curso en si mismo sino el contacto con la prodigiosa naturaleza elemental de esta enorme isla magmática. Una naturaleza dominada por volcanes en permanente actividad, por enormes glaciares que nutren de agua los numerosos ríos y lagos que surcan esta tierra. Una tierra donde sin duda resisten los antiguos dioses paganos de la mitología
Norse. Unos dioses que no acabaron de abandonar totalmente este lugar como nos contó el pastor luterano de Skalholt, un pequeño pueblo que durante la Edad Media había sido el centro cultural y espiritual del país hasta que los daneses decidieron trasladar su Obispado a Reykiavík.

Islandia es una isla inmensa que está prácticamente despoblada. Sus 103.000 km2 albergan poco más de 300.000 almas. Alrededor del setenta por ciento de su población vive en la capital. El resto vive desperdigado en pequeños pueblos. Principalmente en la costa. La segunda ciudad en importancia, Akureyri, tiene apenas 18.000 habitantes. De hecho es un pueblito enclavado en uno de los fiordos del norte de la isla. Allá, según me contaron, los autobuses son gratuitos. Y también la calefacción. Algo bueno tiene vivir en una isla volcánica. Entre la capital y Akureyri hay vuelos directos diarios. No sé todavía quiénes y cuántas personas viajarán diariamente entre ambas ciudades. El servicio lo mantiene la Icelandair con pequeños aviones que salen del aeródromo de Reykiavik. No del aeropuerto internacional Leifur Eiriksson que se encuentra a unos cincuenta minutos en coche de la capital. Lo que me dejó perplejo es conocer que hubo vuelos directos entre Akureyri y Vilnius hasta hace poco menos de un año. Resulta que se anunciaban en la prensa nacional este tipo de vuelos como una forma de comprar y beber barato. Los islandeses entonces gozaban de una de las rentas per capita más altas del mundo. Con una corona fuerte y una economía aparentemente sólida se permitían el lujo de venirse de compras a Vilnius, a más de 3.000 kilómetros de distancia. Pero eso era antes de la crisis que sacudió la isla a finales del año 2008.

Pero volvamos a Akureyri y su universidad que era la promotora de la experiencia en la que he participado. El curso tenía que haberse realizado en Akureyri pero al final, por problemas presupuestarios y logísticos, se consideró oportuno cambiar de ubicación. Se optó por desarrollar el curso en distintos enclaves de la región suroccidental de la isla. Esta zona es conocida como
Golden Circle y es una circuito obligatorio para cualquier turista que tenga poco tiempo y no pueda alejarse demasiado de Reykjavík. Estuvimos hospedados en un hotel en Hveragerdi. Un pequeño pueblo plagado de divertidos y minúsculos géiseres. Algunos de sus habitantes podían disfrutar incluso de su propio géiser en el jardín. Allá realizamos la mayor parte del curso. Por la mañana se desarrollaban las ponencias de los profesores y estudiantes y por la tarde nos trasladábamos, todo el equipo, de un lugar a otro con una furgoneta bastante trotada y con problemas en los amortiguadores. Las noches tenían un ritmo distinto. Los estudiantes se reunían entorno a las piscinas del hotel alimentadas por aguas termales de los géiseres cercanos. Los profesores nos reuníamos entorno a la mesa del comedor principal y abríamos varias botellas de vino tinto. Uno de los profesores. Edward H. de la Universidad de Akureyri nos dio una improvisada clase magistral sobre la crisis financiera y económica por la que está atravesando la isla. La lección fue realmente magistral pues quien la daba no sólo era un profesor con sólidos conocimientos en economía sino también una víctima más de las prácticas fraudulentas promovidas por los principales bancos del país durante los últimos 10 años. El profesor islandés había perdido más de la mitad de sus ahorros. Y parecía encontrar en esas botellas de vino que compartíamos por las noches un refugio a su ira y frustración contenidas. A la crisis del sistema financiero islandés dedicaré un largo post en otro momento.

Los últimos días los pasé en Reykjavík, que en la vieja lengua Norse significa algo así como "bahía neblinosa", y debo decir que, sin lugar a dudas, es una de las capitales más aburridas que he conocido. Reykiavík sólo merece una visita porque es la capital del país. Hay alguna iglesia interesante. Un bonito estanque donde decenas de patos, gansos, gaviotas y cisnes hambrientos compiten por ganarse la caridad de quienes pasan por allí. Un pequeño parlamento con los cristales rotos por las piedras lanzadas por airados ciudadanos en los motines de enero de 2009. Y un puerto antiguo e inmenso donde todavía llegan los barcos cargados de bacalao. Un bacalao que, junto al aluminio, constituye la verdadera riqueza, tangible, "real" de la isla. También es de destacar una casita de estilo
art-noveau, la casa Hofdi, que acogió la cumbre entre Ronald Reagan y Mijail Gorvachov, en 1986 y que supuso el fin oficial de la Guerra Fría entre los EEUU y una Unión Soviética que era por entonces un gigante con los pies de barro. Como uno de esos monumentos a Lenin cubiertos con una fina capa de bronce y rellenos de escayola. Todos los amantes del pop-rock tienen en Reykiavík un sitio de peregrinaje. Se trata de la Imagine Peace Tower situada en la isla de Videy. Hay que tomar un ferry para llegar allá. Yo no tenía demasiado tiempo y andaba ocupado con el resto de la expedición lituana que prefería irse de clubin por la noches. Finalmente la parte gamberra que todavía queda en mí pudo más que mis deseos por conocer cosas nuevas. Después de meterme varios lingotazos de Fisherman's Friends -un alcohol de pescadores que sirve para poder tragarse la sopa de tiburón podrido, un plato de la tradición vikinga muy popular entre los turistas - decidí dejar la torre de Lennon para otra ocasión. La Imagine Peace Tower viene a ser una estructura metálica que emite un haz de luz en memoria de John Lennon y a favor de la paz en el mundo. La luz de Lennon se proyecta al espacio como tratando de emular las auroras boreales que se prodigan en esta isla a finales del invierno. El monumento fue inaugurado por Yoko Ono, la viuda de Lennon, y Ringo Starr, el batería de los Beatles. El feo del grupo de Liverpool. Eso fue en el año 2007, un 9 de Octubre. El día del cumpleaños del malogrado artista. Paul Mcartney no acudió a la inauguración. Supongo que a él tampoco le gustaba Reykiaivík. O Yoko Ono. O ambas cosas a la vez.


14 abr 2009

14 de abril

Hoy es 14 de abril. Día de la República Española. Estoy empaquetando las cosas porque hoy me voy a Islandia. Estaré allá trabajando, por unos días, como profesor de márketing en una universidad de allá. Creo que me van a meter en un hotel de cinco estrellas cuyos baños están alimentados por las aguas termales de un géiser. La vida es un fandango.

No tengo demasiado tiempo para mi blog. Creo que se está convirtiendo en algo parecido a un periquito o un hámster. Una mascota que está ahí y hay que mantenerla para que siga viviendo. Hay que darle agua, alpiste, pipas de girasol y lechugita como a las mascotas enjauladas.

Saludos a todos los republicanos e hijos de republicanos españoles que, por diversos motivos, decidieron vivir permanentemente en el exilio. Es difícil volver a la tierra que te ha visto nacer cuando se ha echado raíces en otro lugar. Eso es precisamente lo que me está ocurriendo a mi. Llegué aquí con mi proyecto personal que era como una semilla que puede caer en terreno baldío sin agua ni alimento suficientes para germinar y prosperar. Pero aquí, en estas tierras, el agua sobra. Y he germinado y echado raíces. Resultaría doloroso volver a una España que nunca he sentido mía. Y es que soy hijo de un republicano español. De un republicano español que vivió la mejor etapa de su vida fuera de España. Mi padre, el eterno derrotado. A él y a todos los derrotados en el conflicto cerrado en falso por la mal llamada "transición española" les brindo hoy estas pocas palabras. Y pongo aquí un poemita de Miguel Hernández. En memoria de todos ellos.
"Llegó con tres heridas,
la del amor, la de la muerte, la de la vida.

Con tres heridas viene,
la de la vida, la del amor, la de la muerte.

Con tres heridas yo,
la de la vida, la de la muerte, la del amor"


Desde Kaunas, con amor.

Argos

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12 abr 2009

Domingo de pascua



Hoy es domingo. Domingo de Pascua. Dejé el otro día una larga carta desde el Este explicando mis aventuras en el tren que une Varsovia con Budapest. No tengo demasiado tiempo hoy para abordar el análisis de la realidad húngara. Allá pasé quince estupendos días. Permanecí varios días en la capital con mi chica. Después tomamos uno de los anticuados trenes que cruzan el suelo magyar y acabamos en una importante y bellísima ciudad húngara enclavada en las faldas de los balcanes. La ciudad donde vive ahora. No doy más datos porque prefiero proteger mi vida privada contra cualquier tipo de intrusismo. Hay mucho loco suelto navegando por el mundo. En junio, tras acabar mis clases en la universidad, cogeré nuevamente ese tren que une Varsovia con Budapest. Seguro que la experiencia valdrá la pena. Tengo en proyecto irme a vivir a esa ciudad en septiembre. Ahora estoy repitiendo exactamente la misma estrategia que utilicé para venirme a Lituania. Para buscarme la vida.

Lo primero que me llamó la atención al pisar Hungría fue la estación de trenes misma. La estación de Budapest Keleti parece un hangar de aviones. Un hangar transformado en bazar árabe y en casa de cambio. Ni llegué a salir del tren y ya tenía alrededor mío tres tipos ofreciéndome changing money. Iban incluso, cada uno de ellos, pertrechados de calculadoras Casio. Al principio pasé bastante del rollo porque creía que me la iban a meter bien metida. Pero resulta que los tíos me ofrecían un deal mejor que el de las casas de cambio habilitadas en la misma estación de tren. No tenía florines húngaros y debía comprar una tarjeta telefónica para ponerme en contacto con mi chica que venía a Budapest en tren desde la ciudad húngara donde vive ahora. Además tenía hambre y urgencia por tomarme una cerveza. Al final decidí hacer un deal con uno de los cambistas. El más joven de ellos. Le ofrecí cambiarme 50 euros si me dejaba llamar con su celular. Y la cosa funcionó. Me ofreció un cambio de 230 florines por euro. Y yo puede hablar gratis con mi chica que, como siempre, parecía tener un humor de perros. Las oficinas de cambio de la estación ofrecían un rate de 205 florines por euro. Sólo más tarde comprendí que no había hecho un negocio demasiado bueno. Ni demasiado malo tampoco. Porque, en realidad, nadie sabe a ciencia cierta a cuánto está el florín húngaro. No es un tema de fluctuación de la moneda. Eso es lo normal en monedas que no tienen cambio fijo. Me refiero a que Hungría es un país de cambistas. Ese es el negocio. Hay tipos que te abordan en la calle y te ofrecen money. Te sacan el fajo de billetes en plena calle. Decenas de garitos de todo tipo que ofrecen cambios de lo más dispar. En un sitio me dieron 250 florines por euro. En el bar de la esquina me ofrecieron 255. Un payo que parecía gitano me daba un cambio de 260. Y además están los supermercados. La mayoría de ellos aceptan euros y te devuelven el cambio en florines. Es un país que, de hecho, funciona con dos monedas. La moneda nacional que sufre un proceso de depreciación acelarado -ahora el cambio está alrededor de los 310 florines por euro- y el euro. La crisis financiera internacional ha llevado al país a la bancarrota. El país está arruinado y sobrevive gracias al turismo y a los préstamos del FMI y el soporte del Banco Central Europeo. Las familias, deseosas de vivir el sueño europeo, se endeudaron hasta las cejas y adquirieron sus viviendas con hipotecas en euros o francos suizos. Durante los tiempos de la burbuja inmobiliaria -que también se produjo en Hungría- cuando el florín estaba fuerte los bancos animaron a los ciudadanos a endeudarse con este tipo de hipotecas. Ahora, con la caída en picado del florín, la pérdida de valor de la vivienda y el aumento del desempleo muchas familias húngaras ven como su sueño se ha desvanecido. Se ha diluido como la paprika que usan para condimentar la sopa gulash. Deben seguir pagando la hipoteca si no quieren perder una vivienda que no pueden vender porque no encuentran demanda que ofrezca el precio que pagaron por ella. El problema se transladó inmediatamente al sistema financiero húngaro cuando las familias dejaron de pagar sus hipotecas por falta de solvencia. Entonces todos acudieron, como plañideras, al auxilio del gobierno. Que tuvo que echar mano del crédito para hacer frente a la situatión. En fin eso ha pasado, a gran escala, en otros países centrales del capitalismo financiero. También en los países periféricos de la Europa oriental. Aquí, sin embargo, la crisis se sufre de otra manera porque there is not alternative que decía Margaret Thatcher. Cualquier crítica al sistema capitalista es vista como un apoyo al pasado socialista. Como un apoyo a la opresión de los rusos. Que siempre son los malos de la película. Dedicaré una o varias de mis cartas a este asunto. A la confusión de los términos interesada, promovida desde los medios de comunicación y desde las instituciones académicas oficiales. A la tergiversación de los hechos y de la historia. En fin, dejo por el momento mi blog, que se va convirtiendo en una especie de compañero fiel. Voy pegarme una ducha y a coger un microbús que me llevará a un pequeño pueblito cercano a Kaunas. Voy a celebrar con mi gente el domingo de Pascua.




9 abr 2009

El tren que une Varsovia con Budapest

Estoy esperando a mi chica que ha vuelto de Hungría. Se fue allá hace unos seis meses porque está desarrollando un proyecto de voluntariado europeo. La verdad es que no me hacía mucha gracia la idea. Conozco perfectamente el ambiente de ese tipo de programas financiados con el dinero del sufrido tax-payer. Detrás de esa familia de programas Peter Pan (llámense Erasmus, Leonardo, Youth y otros afines ) hay, en realidad, muy poca cosa. Dinero gastado en parties, borracheras y viajes subvencionados enmascarado todo ello bajo una jerga de solidaridad, interculturalidad, non-formal learning, y trabajo para la comunidad que no se la cree ni el equipo de euroburócratas, técnicos y asesores diversos que redacta los handbooks explicativos de cómo participar en dichos programas. Otro día creo que volveré sobre el tema. Hoy no me encuentro de humor. Programas para promover que los jóvenes de diviertan. Para tenerlos entretenidos. Para prepararles en su proceso de adaptación a la cruda realidad. Programas Peter Pan les llamo yo. Aunque tal vez esté exagerando un poco pues yo mismo, en parte, soy producto de esos mismos programas que ahora critico.

Quiero traer hoy a mi blog mis experiencias en Hungría. Sobre este país volveré en varias ocasiones pues se encuentra en el corazón mismo de la vieja Europa y ha protagonizado importantes episodios de la historia europea. El día de Navidad cogí mi mochila y decidí plantarme en Budapest. Y lo hice a través del ferrocarril. Toda una aventura. Las líneas de autobuses internacionales ese día no funcionaban. Y la única forma viable de ir a Budapest era para mí el tren. El viaje fue fascinante. Debo reconocer que los
Lietuvos gelezinkeliai son puntuales y, en general, bastante cómodos. Y, como casi siempre, andan medio vacios. Hice dos cambios en Lituania. Tuve que bajarme primero en Marijampole y luego en Sestokai. Un tren polaco nos recogió a mi, y al puñado de pasajeros que haciamos el trayecto, en la fantasmagórica estación de Sestokai que parece una estación en ruinas. Perfecta para una película de espías a lo James Bond. El tren polaco, como era de esperar, llegó con retraso a la estación central de Varsovia. Llegaba mi tren y salía el que debía tomar para ir a Budapest. Fue salir de un tren y meterme en el otro. No tenía billete y, por supuesto, no tenía zlotys en el bolsillo. Pero tenía euros.

El tren que une Warsaw con Budapest Keleti es, como decimos los catalanes, la reostia. Es un viaje que debería ser obligatorio para todos los estudiantes de integración europea. El tren se detenía cada vez que entraba en un nuevo país. Y entonces bajaba la antigua tripulación y subía un nuevo equipo. Todavía no entiendo muy bien por qué. Se lo pregunté a uno de los revisores y se echó a reír. Así son las normas.
Poland is Poland and Czech Republic is Czech Republic, me dijo.

Como yo no llevaba billete tuve que pagar
in situ, durante el trayecto. Y bueno, debo decir que, gracias a los bajos salarios de los controladores y a que la corrupción es una forma de vivir en muchos países del Este de Europa, la cosa no me salió mal del todo. Primero pagué en Polonia a través de una tarjeta de débito. Me dieron recibo. Pero también hubieran aceptado cobrar menos si pagaba en euros. El tema es que no tenían cambio de euro y no me dio la gana de que me devolvieran el cambio en zlotys.

El tren se detuvo más de media hora en la frontera de Chequia. Eran las 2 de la noche. Había salido de Kaunas a las 12 del mediodía y estaba hecho polvo. Se produjo el primer cambio de tripulación del convoy. El tipo que entró, un controlador de mediana edad, moreno, cepado, de expresión taciturna, fue muy correcto en su labor. Pagué la parte del trayecto que me correspondía e intenté echarme a dormir. Pero fue en vano porque a las 4 de la mañana ya estábamos en territorio eslovaco. Nuevo cambio de tripulación y me abren el compartimento donde estaba dormitando dos tipos que parecían controladores y me ofrecen un buen
deal. Uno de ellos me giña un ojo como haciéndose el simpático. Les pago con un billete de 20 euros y ellos me devuelven 16 euros en monedas. O sea que sólo pagué por el trayecto 4 euros. Todos salimos ganando. Yo ahorro y ellos se meten un sobresueldo en la butxaca. Y que los trenes los financie Barroso con los Fondos Estructurales.

Ya no me pude dormir porque en una de las estaciones de camino a Bratislava subieron decenas de viajeros. Eran aproximadamente las 6 de la mañana. Hasta entonces había disfrutado de un
camarote para mí sólo. Ahora debía compartirlo con cuatro tipos más que, según entendí, iban a trabajar a alguna factoría de Bratislava. Iban totalmente borrachos metiéndose algo que parecía vodka. Lo sé porque, por un tema de camaradería varonil mal entendida, me tuve que meter un lingotazo de ese alcohol anisado de color rojizo que estaban chupando. La botella era de una Fanta limón. Pero su contenido era puro veneno. Entre risas y bromas los obreros se despidieron de mí y se bajaron en la estación de Bratislava. No sé cómo se las arreglarían en la fábrica. Llevaban una curda importante. Supongo que les pagarían una mierda. Entonces mejor trabajar borracho. Mejor que te tomen por borracho que por tonto. En Bratislava volvieron a subirse a ese tren gentes de todo tipo. Incluído un animado grupo de jóvenes turistas japoneses que se dirigían a Budapest exhibiendo amenazantes sus cámaras de fotos de muchos megapixels, sus ipods y todo tipo de gadgets y artilugios. Eran las 8 de la mañana y el tren llevaba aproximadamente un retraso de dos horas. En la frontera con Hungría nuevamente cambio de tripulación. Yo ya estaba totalmente despejado y con ganas de llegar a Budapest Keleti donde debía encontrarme con mi novia. Entonces se me acerca un controlador magyar, bajito, de abundante pelo rizado y con un bigote a lo Pancho Villa y directamente me pide que le dé cinco euros y que no me hace recibo. Y tan amigos. De hecho creo que al final hice un buen business. Me aproveché de la corrupción de los controladores de los ferrocarriles y por el trayecto Varsovia-Budapest no llegué a pagar más de 40 euros.

Llegué entorno a las diez y media de la mañana a la estación de Budapest Keleti. Dos horas más tarde de lo que anuncian en el
schedule que publican en la website de los ferrocarriles polacos. La entrada en la estación fue memorable. Nada más bajar del tren uno tiene la sensación de volver medio siglo atrás en el tiempo. Y sólo haciendo un viaje de esas características y comparando las realidades de Hungría con, por ejemplo, Lituania, uno entiende que hay una diversidad tremenda en lo que todavía hoy se denomina en España "países del Este". Ese término estigmatizador fue creado durante el período de la guerra fría y formaba parte del discurso maniqueo promovido por los ideólogos de la economía de mercado -capitalismo- en su lucha contra la alternativa civilizatoria que representaba el modelo de economía planificada de inspiración socialista. Lituania no se parece en nada a Hungría. No hay nada en común entre ambos países. Eso resulta evidente ya desde el primer momento en que uno pisa la estación de Budapest Keleti. Es un concepto barroco, caótico, colorido, meridional de estación de trenes muy alejado de la sobriedad funcional de la aséptica y algo aburrida Vilnius Stotis. El pueblo magyar tiene como símbolo el pimentón rojo o paprika que es un elemento omnipresente en su especiada y sabrosa cocina. Los lituanos casi no condimentan su comida. La comida y las estaciones de tren ofrecen mucha más información sobre la historia e idiosincrasia de una nación que cualquier sesudo tratado historiográfico o sociológico. Es cuestión de saber interpretar la información que nos viene de la cotidianeidad misma.

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Klaipeda, la ciudad del ámbar.

Echo de menos Klaipeda. Allá pasé muy buenos momentos el año pasado. Estuve un semestre trabajando como profesor en una universidad americana que se instaló en esa ciudad costera poco después del desmoronamiento de la Unión Soviética. Se trata de una universidad financiada por charities canadienses y norteamericanas. Un modelo muy distinto al que tenemos en España. Tuve mucha suerte porque necesitaba trabajo y ellos necesitaban un profesor de microeconomía y de business research methods. Y bueno pensaron que, aunque mi inglés no es perfecto, podría hacer bien mi trabajo si acompañaba mis lecciones con una buena colección de diapositivas en power-point. La experiencia fue inenarrable. Esa universidad me cambió literalmente la vida. El hecho de haber trabajado para ellos supuso de inmediato que otras instituciones educativas de la región me abrieran las puertas. Desde entonces me he cruzado el país de punta a punta. También he dado clases en Riga. Y ahora tengo en mi bolsillo un billete de avión que me llevará a Islandia como profesor de márketing. Les debo mucho a mis amigos americanos. La mayoría de ellos volvieron a sus países de origen. Mi jefa, la Dra. Bonnie S. , debe estar ahora disfrutando como una niña su bien merecido retiro de las colinas de Minnessota. Aprendí mucho con ellos. Y mantengo contacto con alguno de mis ex-estudiantes. La mayoría de ellos son jóvenes procedentes del Este y del far-East. De países como Rusia, Mongolia, Moldavia, Bielorusia, Azerbayán. También hay estudiantes americanos y otros que proceden de África. Como los que aparecen en la foto. Estos estudiantes senegaleses formaban parte del equipo de baloncesto de la universidad. Y creo que eran bastante buenos. Algunas veces me los encontraba en alguno de los garitos que abundan en lo que en otros tiempos fuera la capital de Prusia. La antigua Memel. Una noche acabé con ellos precisamente en el Memelis, que es una especie de restaurante-bar-discoteca muy popular entre los estudiantes de Klaipeda.

Klaipeda es una ciudad fascinante. Creo que es la ciudad más bonita de Lituania. A los turistas ocasionales les aconsejo que si tienen oportunidad la visiten. Si quieren comer donde lo hizo Adolf Hitler cuando reincorporó Klaipeda al III Reich les recomiendo que pasen por el Juodas Katinas (Black Cat). Se encuentra en el casco viejo de la ciudad. Al lado del río. También los amantes de la historia no pueden dejar de visitar el restaurante de la estación de trenes de Klaipeda. Allá hay, en un rinconcito, una mesa con una placa que explica que fue el lugar donde acudía V.I. Lenin a comer cuando pernoctaba en esa ciudad.

Klaipeda o Memel siempre ha sido codiciada, por su posición estratégica, por todos los voraces vecinos de esta pequeña república báltica. Y de hecho, Klaipeda es en sí misma una ciudad no lituana. Es la capital de la que aquí se conoce como Zemaitija. O pequeña Lituania. Para muchos lituanos el zemaitijo es un dialecto. Aunque otros consideran que se trata de una lengua distinta del lituano. Mi chica, por ejemplo, dice no entender a quienes hablan el zemaitijo. Y según ella el Zemaitijo se parece más al letón que al lituano. En Klaipeda he visto revistas escritas en esa lengua-dialecto. Existe, además, un pequeño movimiento a favor de la autonomía de esta región y que reivindica el zemaitijo como lengua de cultura y vehículo de expresión en la universidad, la escuela y los medios de comunicación de esta región. Algunos lituanos están preocupados por el avance de ese movimiento autonomista. Temen sobre todo perder Palanga, que es la playa en la que todos los lituanos se concentran para tomar el sol -ellos- y lucir palmito -ellas- en la corta estación de verano. Lo dicen medio en broma medio en serio. Por lo que sé existe incluso un partido político que reivindica abiertamente la independencia de Zemaitija. Y toman como modelo de referencia al movimiento de Umberto Bossi, la Lega Lombarda. Mala cosa. El primer tropiezo que tuve con la Lega fue en Bologna. Disfrutaba entonces de mi alocada vida de estudiante Erasmus. Todavía me acuerdo de las manifestaciones que, a menudo, recorrían la zona universitaria de aquella ciudad. Lega de merda, lega de merda,.. todo acompañado con tambores y sonido ragga-muffin'. Y se referían al movimiento cercano al fascismo que encabezaba el por entonces todavía joven y flamante senador italiano Umberto Bossi y que tenía en Bérgamo su principal bastión. No sé cómo le irán ahora las cosas al lumbard ése. Creo que bien.

Blogalaxia Tags:Klaipeda, Memel, universidad, erasmus, Riga
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8 abr 2009

Pensando en Islandia


Ahora mismo estoy de vacaciones. Estoy esperando ansioso mi viaje a Islandia. Será la próxima semana. Allá iré como profesor de márketing. Se trata de un proyecto financiado por la UE y en el que participan universidades y colleges de Islandia, Noruega, Dinamarca, Suecia, Filandia y Lituania. Es un proyecto educativo promovido por la islandesa Universidad de Akureyri y que gira entorno a la promoción del turismo sostenible. Las institutiones implicadas quieren crear un programa estable de turismo que favorezca el intercambio de profesores y estudiantes. Es la primera vez que piso suelo islandés. A estas alturas de abril supongo que el clima será bastante benigno. De todas maneras, tras este duro invierno, que acabamos de dejar atrás ya nada me da miedo.

Es interesante este asunto de Islandia. Tiene un marcado simbolismo. Resulta que Islandia fue el primer país en reconocer la independencia de los países bálticos. Aquí, en Lituania, no hay ciudad o pueblito que no tenga una calle o una plaza dedicada a
Islandija. Muchos de los trolebuses que atraviesan Kaunas mueren en Islandijos Aikste. La plaza de Islandia.

Los trolebuses son la vida de Kaunas. El servicio acaba alrededor de las 11 de la noche. Después de esa hora sólo es posible tomar los taxis que esperan algún cliente incauto. Aquí los taxis resultan algo caros para el bolsillo del lituano medio. Pero, si encima eres extranjero, corres el riesgo de que te claven como a un nazareno. Cuando los trolebuses dejan de funcionar esta ciudad literalmente se va a dormir. La primera vez que vine a Kaunas fue en agosto de 2006. El billete de trolebús costaba 90 céntimos de lita si lo comprabas en los kioskos. Ahora el coste del billete sencillo de trolebús es de 1'70 si se adquiere en el kiosko, 2 litas si se compra en el mismo trolebús. En Vilnius la cosa aún ha ido peor. El precio del trolebús, según recuerdo, estaba por debajo del precio que tenía en Kaunas. Sólo en septiembre del año pasado un billete de trolebús costaba 1'50 si lo comprabas en el mismo autobús. Ahora el precio es de 2'50. El servicio sigue siendo el mismo. Los mismos desvencijados trolebuses de color crema fabricados en la antigua Checoslovaquia. Pero el ciudadano de a pie tiene que pagar una lita más cada vez que se sube a uno de ellos. Hay aquí una inflación galopante en productos y servicios básicos como los alimentos y el transporte. Pero sobre todo ello hablaré en otro momento.

Este país funciona, en gran medida, por lo que dejó la Unión Soviética. Viviendas baratas que alojan a pensionistas, trabajadores y estudiantes sin recursos y un viejo parque de trolebuses y autobuses desvencijados que todavía siguen dando servicio. La mayoría de habitantes de estos países viven en esas viviendas y se trasportan utilizando el viejo parque de autobuses y trolebuses que dejaron los soviéticos. Hasta hace poco también funcionaba gracias a la central atómica de Ignalina que seguía el mismo modelo que la central de Chernobil. Ahora, con su cierre, y la venta de los derechos de gestión de la nueva central atómica en construcción a la cadena de supermercados MAXIMA la energía ha dejado de ser barata en Lituania. Y ha caído en manos de una de las empresas que, por sus prácticas comerciales y laborales, es una de las compañías más cuestionadas en este país. Ahora pago por la calefacción de este pequeño apartamento donde vivo casi el doble de lo que pagaba el año pasado. El apartamento ha dejado de ser barato al menos durante los meses de invierno. En fin volveré sobre todo esto muy pronto.

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6 abr 2009

Lietuva, el país de la lluvia

Este ha sido el primer fin de semana con sol y calor. La primavera se ha instalado en Lituania después de cinco largos meses de frío, nieve y lluvia. El año pasado el invierno fue más benigno. Casi no nevó. Pero este año las cosas han sido muy distintas. Aquí, en Kaunas, la nieve apareció a principios de noviembre y todavía nevaba a finales de marzo. Esta es una región muy húmeda. Los veranos suelen ser también lluviosos. El resultado de todo esto es una primavera y un verano llenos de flores. Y unos paisajes de un verde intensísimo. Mágico. Éste fue el último país pagano de Europa. Se les declaró incluso una cruzada. Y sólo abrazó el cristianismo, en su versión católica, por motivos de conveniencias políticas del momento y como defensa contra la amenaza de los pujantes pueblos eslavos.Y, aunque formalmente los lituanos son una nación católica, queda todavía en ellos el gusto por los bosques, los ríos y los lagos. Y algo tiene que ver el tiempo en todo eso. La lluvia y el agua son elementos femeninos. El sol y el fuego son elementos masculinos. A menudo, compartiendo un par de chelas, mi amigo mexicano y yo hemos hablado sobre ello. Tengo una teoría basada en una intuición personal y que ciertamente es indemostrable. Pero creo que las características físicas y anímicas de un pueblo pueden explicarse en parte por la influencia que el agua y el sol tienen sobre sus habitantes. La abundancia de agua y la falta de sol genera mujeres hermosas y suaves de trato. Y hombres apocados y taciturnos. La escasez de agua y la sobrefotoexposición favorece al hombre y genera mujeres malhumoradas y que, sin duda, me saltarán a la yugular si llegan a leer esto.

Lituania, y toda la región del Báltico, está llena de ríos, riachuelos, lagos...Pero, claro está, eso exige como contrapartida un tiempo dominado por la lluvia y la nieve. De hecho, Lietuva significa algo así como la tierra de la lluvia.
Lietus, en lituano, significa lluvia. Y bueno, aquí no hay semana que no llueva al menos un par de veces. En fin.

4 abr 2009

Primavera en el Báltico

Hoy ha llegado por fin la primavera. Y ha llegado con fuerza. Hace mucho calor. Es increíble como ha cambiado el tiempo. Hace una semana estaba todavía nevando. Y la nieve se amontonaba en la calle. Vivo en un apartamento contruído en los anos 80, en una de las avenidas mas grandes de Kaunas. Se trata de un apartamento de estilo soviético. Pago por el 500 litas, unos 145 euros, al mes. En Barcelona tener algo así resultaría un lujo sólo asumible por niños bien, white-collar employees, o empleados nivel A en alguna administración pública (preferentemente municipal o autonómica). He abierto las ventanas que dan al balcón para que entren los sonidos de la calle. Mi apartamento da directamente a un gran parque. Ahora, con la primavera, los arboles del parque vuelven a llenarse de colores. Aparecen tímidamente ya los primeros brotes en las ramas de los álamos blancos. Acuden a mi todos los recuerdos acumulados en estos 22 meses. Analizo lo que he hecho y lo que he dejado de hacer. Uno de los principales problemas para mi es la lengua. El lituano es una lengua que es como una barrera. Y además el gobierno lituano no facilita las cosas a los extranjeros. Si quieres aprender la lengua te tienes que buscar la vida. Buscarte alguna academia privada o ir a los cursos de verano de las universidades. Ambas opciones resultan caras. Y el lituano no es una lengua que se aprenda en unos meses. Me he comprado libros, y a veces veo la televisión o leo los diarios en lituano. Pero debo reconocer que soy bastante vago. Todo el mundo me habla en ingles. Y la verdad, eso no me ayuda mucho. He conocido a varios foráneos que llevan viviendo aquí años y no se han hecho todavía con la lengua. Mas allá de algunas expresiones y unas decenas de palabras necesarias para ir a comprar al mercado.