26 sept 2011

Poco pan y mucho circo


Una foto del circo que montaron por aquí con ocasión del Eurobasket 2011
EL verano está boqueando. Se le va la vida como al pez que vi ayer en una de las playitas de la ribera del río Nemunas. Una pequeña perca de río. Que se moría sobre la arena. Enredada entre unas algas podridas. Los días se van acortando y  por todos lados se presiente ya el otoño. Que aquí, en el Báltico, suele venir acompañado de abundantes lluvias y de un frío que pela. Las hojas de los castaños y de los álamos hace ya unas semanas que empezaron a amarillear. Y se caen al suelo. He visto bandadas de gansos volando sobre el río Nemunas. En perfecta formación triangular hacia algún lugar remoto en el Sur.  Quizás hacia España. Los colores ocres se harán pronto dueños de los frondosos bosques de este hermoso país en el que vivo desde hace ya más de cuatro años. Con el otoño llega la rutina. Si es que hay algo rutinario en esta vida de expatriado medio nómada que llevo. El curso escolar empezó hace una semana. Y todavía no se me ha hecho el cuerpo a los madrugones. Porque todos los días debo levantarme entorno a las seis y media de la mañana. Pegarme una ducha. Prepararme el café mientras le echo un vistazo a las últimas mentiras que emiten por la BBC o TV5 Monde. Y salir pitando para tomar alguno de los microbuses que me llevan al centro de Kaunas. Los microbuses, o "mikriukas" como los llaman por aquí, abundan en la mayoría de ciudades del Este de Europa. Al menos en la mayoría de las que conozco. Los mikriukas suelen ser furgonetas de color amarillo o blanco que circulan dentro de las poblaciones importantes. Y que siguen una ruta predeterminada. Resulta fácil distinguirlos porque suelen tener una banda de cuadros negros y blancos como la que lucen los taxis. Y un número en la parte frontal del vehículo indicativo de la ruta que siguen. Los mikriukas no tienen paradas fijas como los trolebuses o autobuses. Para acceder a ellos hay que levantar el brazo. Como se hace con los taxis. Entonces, si tienes suerte, el mikriukas se detiene. Te subes a él y pagas inmediatamente al conductor. No sé cómo seleccionarán a los conductores de los mikriukas. Supongo que escogerán a los tipos más temerarios que se postulen al puesto. Porque todos ellos tienen la asombrosa capacidad de contar el dinero que les das, imprimir y darte el billete y devolverte correctamente el cambio, mientras adelantan a los vehículos que les preceden y maniobran peligrosamente para evitar a la señora que cruza el paso de zebra con las bolsas de la compra. Con la radio a todo volumen o hablando por el walkie-talkie con alguien de la compañía. Los mikriukas en cuestión suelen ser vehículos bastante "trotados". Con los asientos mugrosos y chirriantes. Y con los vidrios opacos por el polvo, el barro y la mierda acumulados. Todavía me extraña que, en todo este tiempo que llevo utilizándolos, no haya presenciado ningún accidente. Cruzo los dedos por si acaso. A pesar de sus inconvenientes, los mikriukas son la forma más rápida de moverse por esta ciudad. Y aquí en Kaunas sólo cuestan dos litas y cincuenta céntimos. Cincuenta céntimos más que el billete ordinario de autobús. Y sin el problema de buscar sitio para aparcar. Cuando quiero bajarme, al llegar al centro de la ciudad, suelo espetarle al conductor "prie stotelės!". Y el conductor frena el vehículo cerca de la primera parada de autobús que encuentra en su camino. Entonces tengo que abrir la puerta de la furgoneta y cerrarla de un portazo. Y saltar a la calle. Siempre estoy atento a que nadie más quiera apearse en la misma parada en la que me bajo yo. Porque entonces no debo cerrar la puerta para no darle con ella en las narices a alguien. Cuando llega el invierno, con veinte grados bajo cero y medio metro de nieve sucia en las aceras, subirse y bajarse de los mikriukas es toda una odisea. Todavía no sé cómo no me he partido una pierna.

Este verano ha pasado en un santiamén. Casi sin darme cuenta. Y lo he dedicado básicamente a estudiar lituano. Una lengua que según los expertos es una de las más difíciles de Europa. Una lengua indoeuropea arcaica, muy similar al sánscrito, con cinco familias de sustantivos y siete casos. Uno más que el latín. Y con un rico y complejo sistema de prefijos que al añadirse a los verbos le cambian su significado. O le añaden matices que no existen en lenguas más "evolucionadas" como el inglés o el castellano. No creo que nunca llegue a dominar completamente la lengua lituana. Al menos en esta vida. En algún lugar leí que la lengua estructura el pensamiento de las personas. Y que en gran parte nuestra forma de ser y de pensar viene determinada por la lengua que hablamos. Dicen que quienes hablan lenguas declinativas tienen más facilidad para aprender lenguas que no lo son. Y que eso explicaría por qué jugadores de fútbol o de baloncesto que proceden del Este de Europa cuando llegan a España acaban dominando el español en pocos meses. Karpin frente a Beckham. Por poner dos notorios ejemplos. Supongo que este pensamiento me sirve a modo de excusa. Para justificar mi absoluta ineptitud para aprender lituano. Una lengua que desde el primer día ha sido como una barrera. Una barrera idiomática que, sin embargo, no me ha impedido desarrollarme en este país. Pues en este país es posible vivir, estudiar y trabajar sin hablar la lengua nacional. Ya que la mayoría de gente, sobre todo los más jóvenes, hablan con soltura el inglés. Este verano, sin embargo, decidí coger el toro por los cuernos y ponerle voluntad al asunto. Y he hecho un curso superintensivo de lituano de cuatro semanas. A razón de seis horas por día. Cinco días por semana. El curso incluía también actividades culturales y recreativas. Y media docena de viajes y excursiones de fin de semana a poblaciones y lugares pintorescos de Lituania. Y bueno, la verdad que me lo he pasado bien. Conviviendo en una pequeña comunidad de alrededor de cincuenta extranjeros que, por distintas razones, también aprendían lituano. La mitad del grupo eran estudiantes Erasmus. Con más interés en la fiesta que en el aprendizaje de la lengua nacional de este país. Al fin de cuentas el Erasmus es un animal de costumbres nocturnas y migratorias. Y que está aquí de paso. Y el lituano es una lengua que luce poco en el currículum de nadie. ¿Para qué perder el poco tiempo que se va a estar aquí estudiando una lengua tan difícil y que solamente se habla en este pequeño e insignificante país? Mejor dedicarse al botellón y a (intentar) meterla en caliente.  El resto de sufridos estudiantes de lituano estaba formado por un grupo variopinto de ciudadanos de diversas nacionalidades. La mayoría, claro está, eran varones casados o "liados" con ciudadanas nativas de aquí. Aunque también había una china de Cantón que se había casado recientemente con un ciudadano de Kaunas. Una historia interesante la suya. Dice el refrán que tiran más dos tetas que dos carretas. Hay tipos que por una mujer son capaces hasta de aprender lituano, estonio, malayo o lo que haya que aprender. Y hasta de apuñalar a un amigo si hace falta. Que conste que ese no es mi caso. Si estoy aprendiendo lituano es simple y llanamente porque llevo viviendo cuatro años en este país. Y porque quiero relacionarme y entenderme mejor con  su gente. Y también para mejorar mi empleabilidad. Pues hablar mediocremente lituano me abriría sin duda nuevas puertas que por ahora se mantienen cerradas. Yo el romanticismo lo dejé atrás hace unos años. Y por una mujer, desde luego, yo no aprendo ninguna lengua. A lo sumo le pago un calimocho o una cerveza de las baratas en un club. Y sólo si la fémina en cuestión lo merece. Porque, qué ocurre si en la mitad del proceso de aprendizaje de la lengua nativa de tu maravillosa chica resulta que ella se cansa de uno. O uno se cansa de ella y se enamora de otra. ¿Para qué te sirvió mal aprender un poco de lituano? ¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Aprender búlgaro porque tu nueva novia es de Sofía? Soy consciente de que no debería valorar las lenguas en función de su "utilidad". Pero desafortunadamente vivimos en el mundo en que vivimos. Y yo estoy muy lejos de ser un políglota o de tener un interés especial por aprender lenguas. Las lenguas que hablo las aprendí por necesidad. Porque no tenía más remedio. Porque me resultaba útil aprenderlas. Supongo que algo parecido me está ocurriendo con el lituano. Para mí las lenguas son un instrumento de comunicación. Códigos que ha creado el ser humano para comunicarse. Ninguna lengua me parece mejor que otra. O más interesante que otra. O más hermosa que otra. Este tipo de adjetivos sirven quizás para referirse a objetos físicos, paisajes, sonidos, sentimientos o emociones. Pero una lengua es un instrumento. Como una llave inglesa o unas tenazas. Y unas tenazas no son "bellas" o "melódicas" o "hermosas". Aunque son útiles para sacar clavos. También algunas lenguas resultan más útiles que otras en la medida que nos permiten comunicarnos con un mayor número de personas. O en la medida que nos permiten comunicarnos con las personas que viven en nuestro entorno más inmediato. Ya digo que no soy lingüista. Ni tengo un interés especial por aprender lenguas. Entre otras cosas porque no tengo tiempo para ello. O porque tengo otros intereses. Con las cinco lenguas que medio domino y el lituano que estoy aprendiendo creo que habré cumplido. No está mal para un tipo que no tiene un interés especial en aprender lenguas. A mí, para ser francos, lo que me hubiera gustado siempre es aprender ruso. Desde niño siempre tuve simpatía por esa lengua. Probablemente porque el primer libro que leí, cuando era niño, fue una recopilación de cuentos del gran León Tolstoi. Un libro que me regalaron en la escuela como premio en un concurso de poemas escolares. O por algo que hice bien. No sé, un libro que recibí como premio por algo de lo que ya no me acuerdo.

El verano, como he dicho, lo he pasado hincando los codos y dándole caña al lituano. El curso se acabó con una fiesta y comilona en el "Žalias ratas" (la "rueda verde"). Uno de los restaurantes "imprescindibles" de Kaunas. Ubicado en un misterioso callejón con una estrecha salida a Laisves Aleja (el "Paseo Libertad"). Una vía peatonal que vendría a ser algo así como "Las Ramblas" de Kaunas. Un paseo de un kilómetro y medio de largo. Y que cualquier turista que visite la ciudad acabará recorriendo de arriba abajo más de una vez. En el "Žalias ratas" se celebró también la "ceremonia de graduación" y a todos los estudiantes de lituano nos dieron un diploma muy chulo. Un diploma oficial firmado por el Rector de la universidad. Y con créditos ECTS y "tota la pesca". Este diploma de "nivel intermedio" de lengua lituana me serviría para baremar en algún concurso-oposición en el Reino de España. Y ya digo que estoy muy lejos de hablar lituano. Lo que son las cosas. Podría acreditar mi nivel "intermedio" de lituano con este diploma que me entregaron hace unos días. Aunque en realidad estoy bastante lejos de tener ese "nivel intermedio" que puedo acreditar con mi bonito diploma. Y sin embargo no podría acreditar mi alto nivel de inglés simplemente porque no he pagado por ningún documento que lo acredite. Y eso que el inglés lo domino, sin duda, mejor que muchos tipos que tienen el TOEFL, o que se han sacado algunos de los certificadillos que expiden las EOI en España. Cosas de la meritocracia que impera en Is Pain. Ese triste país medio quebrado del que procedo. Un país que es como un enfermo en fase terminal. Cosido a puntos. Los puntos de las baremaciones. 

El pastel estuvo muy bueno.
La fiesta de entrega de los diplomas terminó, como era de esperar, cuando se acabaron las viandas y los tragos. Las más de cincuenta personas congregadas aquella tarde en el "Žalias ratas" devoramos todo lo que se nos puso por delante. Yo que no soy precisamente un fan de la contundente comida lituana le hinqué al diente de lo lindo. Y acabé con la panza llena y bastante “tomadito”. Eso ocurrió el pasado 28 de agosto y esa misma tarde se celebraba en el recién estrenado Žalgirio Arena, el estadio más grande y moderno de todas las repúblicas bálticas, la ceremonia de apertura del Eurobasket 2011. Y jugaban nada menos que España contra Lituana. Se trataba de un partido de exhibición que no formaba parte del campeonato. Me surgió la oportunidad de ir al partido por el morro ya que una de mis jefas me había hecho una llamada horas antes y me había dicho que tenía una entrada gratis para mí. La verdad es que a mi el baloncesto me importa un rábano. De hecho el único deporte que en realidad me estimula es el levantamiento de jarra (de cerveza). Y también un poquito el fútbol. Pero sólo cuando juega el Barça, claro. Esa tarde tuve la oportunidad de ver a Gasol, Navarro, Calderón y a todas las superbienpagadas estrellas de la ÑBA jugar aquí en Kaunas. Pero ya digo que estaba en medio de una comilona que no veas. Y bueno, tengo alma de gañán yo. Y si me ponen a elegir entre el pan y el circo. Escojo el pan y el vino. El buen yantar y el baile "agarrao" con señora de nalgas prietas. Y el circo y su negocio que se lo queden los deportistas. Y todos los borregos que aplauden al Emperador. La entrada al match se la cedí a mi profesora de lituano. Que estaba también presente en la comilona. Y a la mujer casi se le saltan las lágrimas de alegría. Pues era imposible, desde al menos hacía un mes, conseguir entradas para tan magno evento. Y ella, según parece, adora el krepšinis, que es como llaman al baloncesto por aquí.

Sobre el Eurobasket 2011 no me apetece ahora hablar demasiado. Sólo diré que hay un cangrejo arcoiris, llamado Lazdeika, que no augura nada bueno para la selección de baloncesto lituana. Parece ser que el cangrejo en cuestión posee poderes paranormales y tiene capacidad para predecir lo que va ocurrir en el futuro. Algo así como la versión lituana del pulpo Paul en el mundial de fútbol de Sudáfrica.  En otro post que espero subir en breve daré cuenta de lo que por aquí haya ocurrido. No sé, ya veremos que dijo un ciego. Lo que está claro es que Lituania no es la potencia baloncestística que fuera antaño. Cuando el país formaba parte de la Unión Soviética. Y el Estado invertía enormes sumas en promocionar el deporte, el arte y la cultura. Y cuando el mítico Alexander Gomelsky dirigía lo  mejor del baloncesto soviético. Aquellos tiempos de gloria pasaron.  Y eso hasta el cangrejo Lazdeika lo sabe.  De momento sólo diré que el Eurobasket 2011 sólo ha servido para que algunos se llenen los bolsillos. Especialmente aquellos que han mojado en el huevo de la regeneración del Nemunos sala, una isla natural formada con material de aluvión, en el centro del río Nemunas. Y adyacente al supermegamall AKROPOLIS. Ahí, sobre esa isla fluvial, se ha construido el  Žalgirio arena. Y seguro que alguien habrá sacado tajada en el asunto. Por lo demás, los negocios oportunistas han aparecido como las setas de otoño. En menos de seis meses al menos he contado una docena de nuevos cafés, bares y garitos diversos en el centro histórico de la ciudad. Con precios muy semejantes a los que se pueden encontrar en Barcelona. Muchos restaurantes y cafés del centro de la ciudad han cambiado las cartas de precios. Y han mandado imprimir cartas nuevas con precios, claro está, más elevados. Todos preparados aquí para hincarle el colmillo al turista deportivo. La gallina de los huevos de oro que todos quieren estrujar. Ya veremos hasta qué punto ese dinero que le cae como llovido del cielo a Kaunas servirá para fortalecer, en el medio plazo, la anémica economía local. Desde mi punto de vista, muchos de esos nuevos garitos y comercios que acaban de abrir hace apenas unos meses encontrarán enormes dificultades para subsistir si no hay una recuperación económica que beneficie al ciudadano de a pie. Y no sólo a los que ya eran ricos. Porque el ciudadano de a pie no puede permitirse pagar todos los días nueve litas por una cerveza. Casi tres euros. Cuando el salario mínimo establecido por el Gobierno de Kubilius no llega a las setecientas litas. Y cuando alrededor del 20% de la población carece de empleo. Por cierto, uno de los negocios florecientes en este mes del Eurobasket es el negocio de la prostitución. Leí en un diario de tirada nacional que las autoridades calculaban que el Eurobasket "daría empleo" a más de tres mil meretrices. Muchas de ellas venidas de la vecina Ucrania. No sé de dónde habrán sacado esa información las autoridades gubernamentales. Y tengo yo mis dudas sobre el origen de las prostitutas. Porque no creo que las ucranianas puedan competir en nada con las nacionales de por aquí. El gobierno nacionalista lituano siempre echando balones fuera. Y culpando a los vecinos de todos los males que aquejan al país. Todo sea por no ver la joroba en el ojo del vecino, o la paja en el ojo propio. O la paja en el ojo del vecino. O no me acuerdo ahora mismo de cómo decía aquel sabio proverbio biblíco. El único que me sé bien es el de las dos tetas y las dos carretas. Aunque creo que ése no es un proverbio bíblico. Sino un perspicaz refrán del siempre sabroso y especiado refranero popular español.

Historia de las fotografías: He subido varias fotografías que tomé yo mismo con mi camarita de todo a cien. Una de las imágenes muestra un balón de baloncesto gigante. Que había sido instalado frente a la catedral de Kaunas. Al final de Vilniaus gatve, en el casco viejo de la ciudad. El balón se encontraba situado a una distancia prudencial de la tumba del gran poeta nacional, el clérigo Maironis. Tumba que está encastada en uno de los muros laterales de la catedral. Y que siempre tiene flores frescas y velas en honor a la memoria del sacerdote que pone rostro al billete de más circulación en el país. El billete rosado de veinte litas. Dicen que el baloncesto es la segunda religión de Lituania. Por eso probablemente a alguien se le ha ocurrido la brillante idea de ubicar el balón  frente al sagrado templo. Y cerca del poeta que pone rostro al dinero. Todo un símbolo.  En el balón se aprecia el logotipo oficial del Eurobasket 2011 y el de la empresa de electrodomésticos BEKO. Esta empresa, según reza en el escrito que luce el balón, es el principal espónsor del Eurobasket 2011. He hecho mis averiguaciones sobre la empresa en cuestión. Pero no he sacado nada en claro. Se trata simplemente de una empresa que fabrica electrodomésticos. Y sus productos tienen gran aceptación aquí en Lituania. Y poco más he podido saber de ella. Aunque si rascase un poco seguro que saldría premio por algún lado. Las otras dos fotografías las tomé en plena Laisves Aleja. La vía principal de Kaunas. El Ministerio del Interior se ha gastado una pasta en distribuir carteles de este tipo. Recordando a los señores turistas que Lituania tiene sus leyes que castigan la prostitución. Y que venir a follar a la República de Lituania está castigado con, ojo al dato, mil miserables litas. Unos trescientos euros que te pueden caer por solicitar los servicios de una puta. Pues eso, caballeros, que Lituania no es un lupanar. Y que, tal como reza el cartel,  los verdaderos hombres no pagan por tener sexo. A lo sumo invitan a unas copas. O se van a Ucrania de excursión o de viaje de negocios.

El cartelito, por cierto, ha contado con el soporte económico de la Embajada del Reino de Holanda. Y me pregunto yo qué hacía la Embajada de Holanda financiando un cartel contra la prostitución cuando Holanda ni siquiera tenía equipo que la representase en este campeonato. Aunque ahora que lo pienso, durante estos días he visto un montón de holandeses por aquí. Siempre mamados y liándola. Entonces creo que entiendo"el perquè de tot plegat". O a lo mejor resulta que Holanda sí que jugaba. No sé, ya digo que el baloncesto me importa un comino. Y que no me entero de nada.

Esas tres fotografías, la foto de la pelota y las dos fotos del cartelito,  representan el circo que han montado por aquí con la excusa del deporte. La foto del pastel representa el pan de este verano. Y nos lo comimos los sufridos estudiantes de lituano tras un durísimo mes de estudio, exámenes y meditación trascendental. Debo decir aquí que el curso, el pan , los viajes, el diploma y la fiesta me salieron gratis. Y que también pude tener gratis un poquito de circo si me hubiera dado la real gana. En Lituania, como en España, como en casi todos lados, si se tienen buenos contactos se tiene todo. Y quien a buena sombra se arrima buen árbol le cobija, o a quien buen árbol se arrima....Otra vez ando liado y confundido yo con los proverbios bíblicos y con el refranero.

(Nota del autor: Esta carta la he ido escribiendo en mis ratos libres. Entre el 1 y el 10 de septiembre de 2011. Aunque sólo hoy he conseguido rematarla. La subo al blog en la madrugada del lunes 26 de septiembre de 2011. Día Europeo de las Lenguas)

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