9 jun 2013

Saludos desde Taksim square, Estambul.

La estación del funicular de Taksim square.
LLEVO una semana en Turquía. Y mañana tomo el vuelo de vuelta a Kaunas. Llegué aquí a través de un programa europeo que favorece la movilidad del profesorado universitario. Y el viaje me ha salido gratis, claro. Todo pagado con los impuestos del sufrido contribuyente europeo. Desde el lunes 3 al jueves 6 de junio estuve en Trabzon, la antigua Trebisonda, en la costa del Mar Negro. A pocos kilómetros de la frontera con Georgia. Acogido por la Universidad Tecnológica del Mar Negro. Una universidad moderna que cuenta con unas instalaciones fantásticas. Con un campus que dispone de hoteles, mezquita y hasta de una playa privada. Trabzon es una ciudad antiquísima. Fundada en el siglo séptimo antes de nuestra era por griegos de Mileto. Y he tenido la gran fortuna de pasearme por entre sus calles. Y he bebido un montón de té y ayran con profesores de la Facultad de Pedagogía. Que me hicieron de guías. Aunque, para decir la verdad, lo que he bebido más ha sido Sprite. Porque el té no me gusta tomarlo para comer. Y el ayran, una especie de kefir aguado y agrio, elaborado con leche de oveja, tampoco acaba de gustarme como bebida que acompañe a la comida. Leche blanca y platos especiados y llenos de color. Me parece una combinación extraña. Aunque claro, a los turcos les parece algo normal. Pues el ayran forma parte de su cultura. En Turquía es muy difícil encontrar cerveza o vino. Sólo en algunos restaurantes y "lokantas" los sirven. Y los precios son simplemente abusivos. Comprar una cerveza local en un supermercado cuesta alrededor de 4 liras. Más o menos un euro y medio al cambio. Y tomarla en un bar o restaurante cuesta entre 8 y 15 liras. O sea que uno se puede gastar perfectamente 5 euros en tomarse una cerveza local. Que casi siempre será de la marca "Efes". Una cerveza pilsen muy parecida en sabor a la "San Miguel" española. En fin, una mierda de cerveza. Que te sale por un ojo de la cara. Así que llevo siete días bebiendo Sprite. Porque ya digo que encontrar locales que sirvan cerveza en Turquía es casi una tarea imposible. En Turquía, sin embargo, he descubierto la fantástica comida local. Y no me refiero a la que sirven en los restaurantes para turistillas. Sino a la comida que come la gente normal y sencilla. Los bocadillos de pescado asado a la plancha. Rellenos de verduras y aderezados con especias y limón. Y que están para chuparse los dedos. Bocadillos que cuestan entre 5 y 6 liras. Para beber nada mejor que un vaso de zumo de naranja. Un zumo elaborado con naranjas recién exprimidas. Y que se puede adquirir casi en cualquier sitio. Pues Estambul está lleno de vendedores ambulantes de zumo de naranja. Que arrastran sus carritos cargados de naranjas frescas. Y que exprimen delante mismo del cliente. A una lira el vaso. Mi viaje a Turquía ha coincidido con la revuelta popular contra el gobierno del autocrático Recep Tayyip Erdogan. Una revuelta que algunos comentaristas han bautizado ya como "primavera turca". La revuelta popular se inició en Estambul. Cuando un grupo de ecologistas y militantes de la izquierda turca ocuparon la plaza de Taksim. Para protestar contra los planes del primer ministro Erdogan. Que quiere destruir un pequeño parque aledaño a la plaza, el parque Gezi, y construir sobre el terreno un mega-mall comercial y una mezquita. La protesta fue duramente reprimida por la policía turca. Y pronto se extendió a todo al país. Dejando hasta el momento cuatro muertos y cientos de heridos y detenidos por las fuerzas represivas al servicio del régimen islamista "moderado" del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP de sus siglas en turco), y que lidera el primer ministro Erdogan. Un tipo con bigote y con cara de pocos amigos. Con cara de malo.  Un político sumamente arrogante. Que se ha dedicado todo este tiempo a insultar y amenazar a los manifestantes. Acusándolos de terroristas y antidemocráticos. Las distintas televisiones turcas han emitido constantemente imágenes de la plaza Taksim. Algunos canales de televisión son descaradamente progubernamentales. E intentan dar una imagen muy negativa de los manifestantes, emitiendo un sinfín de imágenes de coches ardiendo, ataques a comercios y oficinas bancarias con cócteles molotov, y de manifestantes portando la fotografía del archienemigo de Turquía, Abdullah Ocalan, líder del ilegalizado Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK). Organización política que sin duda se encuentra también presente en la protesta de la plaza Taksim. Yo me alojo en un hotel cercano a la torre Gálata. Desde mi hotel a la plaza Taksim hay unos 20 minutos a pie. El servicio de tranvía que une la torre Gálata con la célebre plaza está suspendido como consecuencia de las protestas. De todas maneras no tenía pensado tomar el tranvía porque a mi me gusta patearme las calles. En el trayecto me encontré un montón de pintadas. Y de cristales rotos. También me crucé con un grupo de unos doscientos manifestantes que enarbolaban banderas del PKK y fotos de Ocalan y de otros mártires de la resistencia kurda. En las cercanías a la plaza había un montón de vendedores ambulantes. Miembros de ese numeroso ejército de ciudadanos que, a pesar del tan cacareado "milagro económico turco" no han conseguido salir de la economía informal. Gente que subsiste vendiendo panochas de maíz asadas, agua fría, cerezas, pescado frito o zumo de naranja. O todo tipo de cachibaches y souvenirs para turistas. El souvenir más popular, según me contó un vendedor, era la máscara cyber-punk de "Anonymous", que se vendía a 5 liras (2 euros) la pieza. Un precio un tanto abusivo para un simple trozo de plástico pintado con una goma elástica. También se vendían muy bien las mascarillas antigás que utilizan los manifestantes de Taksim para defenderse de los gases lacrimógenos que les lanza la policía turca. Después de pensarlo por un rato, decidí comprarme una máscara de "Anonymous" porque la mascarilla antigás no me cubre el rostro. Y además hace tiempo que no me enfrento a la policía. No le lanzo una piedra a un "madero" desde los tiempos de la facultad. De eso hace ya bastantes años. Ahora soy un hombre de bien. Que intenta seguir al rebaño. Un tipo que se dedica a viajar gratis y a vivir un poco del cuento. Gracias a vuestros impuestos. Y al sudor de vuestra frente. Os dejo con el video que grabé yo mismo en la plaza Taksim. Centro de la revuelta turca. Y bueno, el próximo post lo escribo en Kaunas. Y este lo dejo así, tal como está, sin pulir. Que quiero aprovechar el tiempo que me queda en Estambul para patearme la ciudad. Y hoy quiero tomar un barco y hacer un tour por el Bósforo. Y hartarme de pescado fresco asado a la parrilla. Y seguro que tomaré alguna que otra cervecita. Que ya tengo localizado yo el sitio donde la venden a buen precio. Una cervecita a la salud de todos los que pierden el tiempo leyendo mis cartas y mis historietas.

PS: Aquí os dejo con un video que tomé yo mismo con la camarita de mi lap-top el pasado sábado 8 de junio. Cuando se celebraba una mega-manifestación que se inició en la plaza Taksim y recorrió Istiklai Caddesi (algo así como el Paseo de Gracia en Barcelona, una vía peatonal repleta de comercios de lujo y oficinas bancarias) hasta la célebre torre Gálata. En pleno centro histórico de Estambul. Me puse la máscara de Anonymous porque me hacía ilusión la chiquillada. Y también porque soy muy feo y no quiero espantar a las niñas que me leen y me escriben. Algunas para insultarme. Otras para que las lleve al cine.






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