11 abr 2012

Regarde le ciel (II)


Reprenons La Bastille!
ESTA es la cuarta vez que estoy en París. Aunque en esta ocasión las circunstancias que me han llevado a la Ville-Lumière ha sido bien distintas. Las otras tres veces visité la ciudad como miembro de los Col.lectius de Joves Comunistes. La juventud comunista del Partit dels Comunistes de Catalunya. De eso hace ya unos cuantos años. Ahora lo he hecho como profesor de creatividad e innovación para un centro universitario de élite. ¡Las vueltas que da la vida! Pensándolo bien yo no he cambiado ni un ápice. Quizás tengo ahora menos pelo que entonces. Y me salió un poco de barriguita. Aunque casi no se me nota. Por lo demás sigo queriendo cambiar el mundo. Y mantengo intacta mi afición por la cerveza fría y las veinteañeras calientes. Factores, ambos, de los que ando sobradamente servido aquí en Lituania. Y, tal vez porque recibí educación de un grupo de Padres Escolapios cercanos a la Teología de la Liberación, todavía creo en la acción colectiva para mejorar la comunidad en la que vivo. Y siento compasión por el prójimo al que intento ayudar en la medida de mis posibilidades. Y evito escrupulosamente tener a nadie bajo mis sandalias. Mis ex-camaradas creo que cambiaron más que yo. Porque el PCC de “organización de vanguardia de la clase obrera” ha pasado a convertirse, en aras del realismo político, en un partido como otro cualquiera. Un partido sistémico que quedó integrado en esa amalgama de siglas que se denomina ahora IV-EUiA o algo así. Mi antiguos camaradas han estado, durante unos cuantos años, muy ocupados mojando del huevo en la Generalitat de Catalunya, dando apoyo al gobierno del ya ex-President José Montilla. Ese aparatchick socialista del 3% de comisión. Catalán de pura cepa él. Los antiguos pro-soviéticos formando parte de esa abigarrada coalición de políticos regionales gesticuladores que se denominó "tripartito". Esa especie de crema catalana dulzona que llegó a sintetizar al hijo pijeras de la gauche-divine de Sarriá-San Gervasi con el ex-obrero funcionario del sindicato de clase y el líder vecinal procedente de la inmigración y en la nómina de alguna empresa municipal de la “segunda corona” de Barcelona. Un experimento culinario que sirvió para bien poco. Para aprobar Estatuts insustanciales, prohibir la fiesta de los toros y, claro está, para llenar los bolsillos de algunos. Con los Mossos d’Esquadra comandados por esa excrecencia del Mayo francés, el compañero y ex-conseller Joan Saura, abriéndole la cabeza a los “guarros” (utilizo aquí el calificativo que las fuerzas del orden españolas brinda a los estudiantes protestones, precarios, sin papeles y señoras mayores indignadas). ¡Vivir para ver! Que decía Lenin. A los hombres y organizaciones políticas hay que valorarlos por lo que hacen y no por lo que dicen que hacen. O algo así decía Karl Marx en algún lado. El partido en cuestión montaba un autocar desde Barcelona todos los meses de septiembre, más o menos después de la Diada de Catalunya. Supongo que todavía lo hace. Aunque no estoy del todo seguro porque hace tiempo que les he perdido la pista. Y desplazaba allá a un grupo de militantes para participar en los stands internacionales de la Fête de l'Humanité, la fiesta del Partido Comunista Francés. La fiesta de l’Humanité se celebraba, y todavía se celebra, en el Parque de La Courneuve, en la ciudad dormitorio de Saint Denis. Histórico feudo del PCF. Allá nos metíamos los jóvenes comunistas catalanes. Alojados en grandes carpas de lona. Y compartiendo fiesta, comida, bebida y jodienda con jóvenes izquierdistas venidos de todo el mundo. Las condiciones de vida en la fiesta de L’Humanité eran bastante precarias. Dormíamos en sacos de dormir. Nos duchábamos en bañador (o bikini las chicas) utilizando unas duchas montadas al aire libre. Unas duchas con agua fría. Meábamos en las letrinas montadas por los camaradas del PCF y para las aguas mayores al menos yo utilizaba los lavabos de las brasseries que se encontraban fuera del recinto de la fiesta. Otros creo que utilizaban las letrinas comunistas. Yo por entonces tenía apenas veinte años. Y todavía recuerdo con simpatía las ceremonias de cierre de la Fiesta de l’Humanité cuando, tras el discurso del Secretario General del Partido, la multitud allá congregada se ponía a cantar, puño en alto, el himno de la Internacional. “¡Arriba parias de la tierra, en pie famélica legión….!”. Todos unidos allá en comunión, como rezando. Cantando juntos, casi como si nos encontrásemos en el coro de una iglesia, con el camarada Secretario General oficiando la ceremonia. Rezando en casi todos los idiomas del mundo. La Internacional, ese himno ateo de los explotados y excluidos por el capitalismo salvaje e inhumano. Aquellas salidas a París abrieron, de alguna manera, el camino en el que me encuentro ahora. El gusto por vivir expatriado. El gusto de ser y sentirme extranjero en todos lados. De ser y sentirme ciudadano libre del mundo. Alguien que ha encontrado lejos de casa algo que en cierto modo se aproxima a la felicidad.

Historia de la fotografía: La foto que subo a este post la tomé en alguna de las callejuelas del Quartier Latin. Se trata de unos carteles electorales que estaban pegados en un muro de un edificio donde se albergaba una asociación de estudiantes. Un edificio cercano al Boulevard Saint Michel si mal no recuerdo. Son unos carteles electorales del Front de Gauche, coalición electoral liderada por Jean-Luc Mélenchon. Una formación política que ha conseguido agrupar casi a todos los grupos de la izquierda anticapitalista francesa bajo una misma bandera. Les deseo un enorme éxito en las próximas elecciones presidenciales. Las encuestas le dan al Front de Gauche un muy buen resultado. Entorno al 15% de los votos. Probablemente Mélenchon no consiga desbancar del segundo puesto al candidato socialista, François Hollande. Y por tanto no estará compitiendo en la segunda vuelta por la Presidencia de la República contra Nicolás Sarkozy. Ese pequeño imitador de Napoleón Bonaparte, ávido de celebridad y de poder, y con las manos manchadas en sangre. Un personaje infame que debería ser juzgado por criminal de guerra por el tribunal de los pueblos. Y que, sin duda, será condenado por la historia por lo que es. Un auténtico canalla. El peor Presidente que ha tenido Francia en siglos. Por las noches cuando llegaba a mi hotel solía chuparme los noticiarios franceses. Y, a parte de referirse a los luctuosos hechos de Tolouse, las noticias también se hacían eco de la “retoma de la Bastilla” organizada por Mélenchon. Y del imparable ascenso de su coalición en todos los sondeos electorales. Mélenchon es un tipo carismático y mordaz que ha sabido conectar sobre todo con la juventud. Esa juventud francesa a la que también empieza a dársele el calificativo de “generación perdida”. Calificativo que hasta hace poco se reservaba casi exclusivamente para estigmatizar a los jóvenes españoles, italianos o griegos. Aunque Mélenchon no pase a la segunda ronda está claro que un buen resultado del Front de Gauche tendrá un impacto en toda Francia. De hecho las cosas van a cambiar, y mucho, en el panorama internacional. Porque con la más que previsible desaparición de Sarkozy, el eje ultraconservador europeo París-Berlín-Frankfurt-Londres quedará profundamente tocado. François Hollande no es, desde luego, santo de mi devoción. Pero con un Front de Gauche con buenos resultados, con el liderazgo fuerte y entusiasmante de Mélenchon, está claro que el candidato socialista se verá forzado a girar a la izquierda si quiere hacerse con la Presidencia de la República. Si Francia estornuda toda Europa pilla un constipado. O algo así leí en algún sitio una vez. Y parece que los “mercados” dan signos de nerviosismo ante el pronóstico de las encuestas electorales en Francia. A Sarkozy le queda poco tiempo para sacar los "Mirages" y bombardear Damasco. Y ya veremos cómo se desarrollan todavía los acontecimientos en Libia, sobre todo si los “asesores” y servicios secretos franceses se retiran de ese martirizado país. Reprenons La Bastille! Ecrasons l’infame! ¡Arriba Mélenchon!
 
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