5 nov 2009

Eternidad

HOY nieva intensamente en Lituania. Una nieve copiosa que ha cubierto con un espeso manto blanco las calles de este país. En la costa probablemente la nieve no habrá cuajado todavía. Pero entre Kaunas y Vilnius la nieve se ha apoderado de las calles, las carreteras, los parques y los bosques. Hoy mis clases empezaban muy pronto. A las ocho y media de la mañana tenía que estar en uno de los colleges para los que trabajo. En el centro de Vilnius. Eso me obliga todos los lunes y jueves a darme un madrugón de la leche. Cuando nieva el parque que hay frente a mi apartamento parece que tiene luz propia. Al despertarme entendí de inmediato que había nevado. Ni siquiera encendí la lámpara de diseño soviético que cuelga del techo de mi pequeño apartamento sin persianas. Me preparé un café solo, me pegué una ducha y salí pitando para Vilnius. Eran las seis de la mañana. Al salir a la calle la nieve estaba a mis pies. Iluminándolo todo. Es una nieve que, según dicen quienes entienden del compartamiento del tiempo, no nos abandonará hasta el mes de marzo. Recuerdo que el año pasado la primera nevada cayó también a principios de noviembre. Y estuvo nevando durante todo el otoño y el invierno. La nieve llegó a colarse incluso en los primeros días del mes de abril.

Veo caer la nieve desde la ventana de mi oficinita, en una escuela de negocios para niños pijos que pertenece a la Universidad de Vilnius. Una de las universidades más antiguas de Europa. Desde aquí la veo caer como si se tratase de un enorme y frío ángel blanco. Un ángel silente que se deshace en pedazos. Hoy mi clase se ha suspendido porque mis alumnos tienen un examen importante. Y vinieron para solicitarme permiso para "hacer novillos". Permiso que sabían de antemano que les iba a conceder. La cancelación de mi lecture me ha permitido estar un rato ocioso y navegar libremente por la red. Entonces me vino la idea de subir un post utilizando este ordenador de la Universidad de Vilnius. Es la primera vez que escribo una entrada con un ordenador distinto al viejo lap-top que tengo en casa.

La nieve me hace recordar un poemita del gran poeta ruso
Yevgeny Yevtushenko. Un poema que me aprendí de memoria cuando era yo muy joven. Porque hubo un tiempo en que quise ser escritor. Y consagrar mi vida a la literatura. Y convertirme en inmortal como los grandes poetas. Un sueño de adolescente idealista e introvertido. El chaval que era yo entonces. Luego la realidad y la vida me puso en mi sitio. Y he acabado por aceptar que, como decía el Segismundo de Calderón de la Barca, los sueños sueños son.

El poema de Yevstushenko dice así:

Nieva y nieva lentamente,
como en copos invisibles,
quisiera vivir eternamente,
pero sé que es imposible.


No sé si la traduccion será buena. La tomé de una coleccion de poemas de autores rusos contemporáneos. La nieve como símbolo de eternidad. Bueno, debo marcharme ahora. Y volver a Kaunas. Me espera un largo trayecto.

PS: Acabo de llegar de Vilnius. Conecto mi viejo lap-top y decido revisar y corregir este escrito. Cuando lo compuse utilizaba un ordenador de la Universidad de Vilnius con un teclado adaptado al alfabeto lituano. Un teclado sin las letras q ni ñ y sin acentos. Mi escrito ahora resulta más correcto pero ha perdido la inmediatez y el encanto de las palabras que se escriben espontáneamente y de forma improvisada. Aquí en Kaunas sigue nevando intensamente. Como un símbolo de la eterna razón del Universo. Como una prueba de que Dios está en alguna parte allá arriba. Abrazándonos a todos con su infinita misericordia.

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